Rosa Navarro Durán, "Introducción" a: Alfonso de Valdés, La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades, (Octaedro, 2003: 13-14)]
En el "prólogo" del Lazarillo hay dos discursos fundidos. El primer yo es el del autor, que se dirige a los lectores, para hablarles de su obra, de una "nonada". No hay más que ver cómo se refiere a sus interlocutores con un plural indefinido: "muchos", "alguno que las lea", "a los que no ahondaren tanto", etc. Hablará del gusto que tiene el hombre por la alabanza, por la gloria; lo comparten el soldado, el predicador, el caballero; en ellos la honra está por encima de la propia vida, de la salvación de las almas y de la verdadº. Ese deseo de alabanza, de honra le lleva también a él a dar a los lectores esa "nonada" que ha escrito "en grosero estilo", porque muy pocos escriben "para uno solo, pues no se hace sin trabajo". Se puede advertir fácilmente a lo largo de todo este razonamiento inicial la presencia de ese interlocutor, plural y anónimo, a quien habla el yo del escritor desde el inicio del prólogo hasta "y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades".
Pero de pronto, sin tránsito alguno, sin explicación que medie, aparece un "Suplico a Vuestra Merced" que nos lleva a un cambio clarísimo de interlocutor. ¿Quién es "Vuestra Merced"? Ya no habla además la misma persona, porque ahora este nuevo "yo" dice que escribe porque "Vuestra Merced" le ha pedido que lo haga: "Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba". Lo que le dice Vuestra Merced es que "relate el caso muy por extenso", y él se remonta al comienzo, "por que se tenga entera noticia de mi persona". Lo que cuenta es su vida y quien habla es, evidentemente, Lázaro. El inicio de la obra nos lo indica: "Pues sepa Vuestra Merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes…".Ahora bien, si pensamos que primero habla el escritor ofreciendo su obra a los lectores y luego Lázaro […], los dos discursos son perfectamente verosímiles. Lo que sucede es que entre ambos falta algo, una separación que aclarara que se trata de dos cosas distintas: el prólogo del escritor y el comienzo de la obra. Pero no basta sólo un blanco, hace falta saber qué tipo de obra ofrece el escritor, qué invención ha imaginado para que luego leamos […] sepamos qué estamos leyendo. Lo que no nos ha llegado es precisamente el Argumento de la obra, la presentación de los personajes.