Rosa Navarro Durán, "Introducción" a: Alfonso de Valdés, La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades, (Octaedro, 2003: 31, 35-36)
Alfonso de Valdés nació en Cuenca en la última década del siglo XV; fue el sexto de doce hermanos. [...] Sus dos Diálogos se debieron de publicar en Italia después de su muerte, y probablemente también su Lazarillo de Tormes. De los Diálogos se conserva una edición gótica sin lugar ni año; del Lazarillo, las primeras que nos han llegado son, como he indicado, de 1554. Sus dos Diálogos se atribuyeron siempre a su hermano Juan a pesar de las evidencias que le señalaban a él como su autor. A finales del siglo XIX, se le reconoció por fin la autoría del Diálogo de las cosas acaecidas en Roma o Diálogo de Lactancio y un Arcediano. Pero hasta 1925 no se le devolvió su Diálogo de Mercurio y Carón. Marcel Bataillon fue quien lo hizo al señalar cómo la censura inquisitorial a ese texto [...] era un documento innegable de que Alfonso de Valdés era su autor. En efecto, en marzo de 1531, el censor, el Dr. Vélez, dice del texto manuscrito que le había cogido al canónigo Diego de Valdés: "Compuso este libro su hermano Alonso de Valdés, secretario de su Majestad para las cosas de latín".
Esta era la atmósfera en la que escribía Alfonso. La Inquisición había prohibido antes el Diálogo de doctrina cristiana (1529) de su hermano Juan, que tuvo que marcharse a Italia para evitar que le procesaran. No es, pues, raro que La vida de Lazarillo de Tormes, agudísima sátira erasmista, viviera tantos años oculta; sólo la mutilación de su texto oscureció algo su sentido y permitió que saliera a la luz en España a principio de los años cincuenta; las cuatro ediciones conservadas en 1554 dan prueba de ello. La Inquisición lo prohibiría cinco años más tarde.
Mutilado, prohibido, expurgado. Pero el texto permanece con su intensidad, con su fuerza, con su belleza. Siempre lo hemos leído como una obra anónima, pero no es hija de la piedra, sino del mejor prosista de la primera mitad del siglo XVI, el mejor valedor de Erasmo en España: Alfonso de Valdés.
[Rosa Navarro Durán, "Lazarillo de Tormes" y las lecturas de Alfonso de Valdés, (Excma. Diputación Provincial de Cuenca, 2003: 15-19]
Su madre, María de la Barrera, era de familia judía; su padre, regidor de Cuenca, declara "que es cristiano viejo de parte de su padre e madre excepto de una parte de una agüela por parte de su padre que tiene parte de converso". Lo procesan y también a su hijo mayor Andrés, acusados de "fautoría de herejes", es decir, por oponerse a la actuación del Santo Oficio; les impusieron una multa con vergüenza pública, pena mínima. […] A su tío, Fernando de la Barrera, en 1491, la Inquisición lo procesa como judío relapso y lo condena a la hoguera sin pruebas. Indudablemente la ejecución sería una tragedia familiar. Fernando era cura de la parroquia de San Salvador de Cuenca. […] Pocos días después, lo condenan y entregan al brazo secular para que lo ejecute. Lo queman el 21 de diciembre. Dos años antes, en 1489 habían procesado a otro cura de la iglesia de San Salvador, Pedro López. Se le acusó también de judío relapso y se puso de manifiesto su condición de clérigo amancebado. […] Lo ponen a tormento de agua y después lo condenan a ser recluido de por vida en el monasterio trinitario de San Jorge. […] Tanto Fernando de la Barrera como Pedro López eran curas de la parroquia de San Salvador de Cuenca, no puede ser casual que el arcipreste del Lazarillo lo sea también de San Salvador, aunque de Toledo. Sólo que él sabe nadar y guardar la ropa. […] Es indudable que esa atmósfera opresiva que se respiraba en la Cuenca de principios de siglo está detrás de las obras de Alfonso de Valdés. Y no deja de ser curioso que el último dardo del Lazarillo lo dispare el escritor contra un clérigo amancebado y que lo sea de "San Salvador".