Juan Goytisolo, "Alfonso de Valdés, libre y claro", suplemento Babelia de El País, 26 de julio de 2003, pág. 6.

[Breves fragmentos del artículo]:

La importancia de una obra se mide frecuentemente en España por el silencio atronador que suscita. Se habla de ella en privado, se la descalifica en tertulia, se alude de pasada a su inconveniencia y aventurismo: quienes la admiran, callan, y sus detractores no exponen sus razones, si las tienen, por escrito. Como se dice en la detestable jerga de hoy, nadie mueve ficha. La publicación del libro de Rosa Navarro Durán, Alfonso de Valdés, autor del 'Lazarillo de Tormes' (Gredos, 2003), es un buen ejemplo de lo que digo. La conclusión a la que llega la autora después de un espléndido ejercicio de erudición, cotejo de fuentes literarias, análisis del contexto histórico de la época y un raciocinio que no excluye la imaginación necesaria a toda empresa creativa, habrá desprendido sin duda muchas hojas caducas del árbol de nuestra cultura oficial y académica: "Siempre hemos leído [el Lazarillo] como una obra anónima, pero no es hija de la piedra, sino del mejor prosista de la primera mitad del siglo XVI, el mejor valedor de Erasmo en España: Alfonso de Valdés, secretario de cartas latinas del Emperador". […]

La erudición a secas, aun siendo necesaria, resulta con todo insuficiente si no va acompañada con una dosis de imaginación creadora, capaz de coordinar hechos dispersos, atar cabos sueltos y recurrir con sabiduría y prudencia al razonamiento, ya sea deductivo o inductivo. Rosa Navarro Durán reúne dichas cualidades y su demostración de la autoría de Alfonso de Valdés parece difícilmente rebatible. El silencio que ha acogido su trabajo muestra una vez más la endeblez del espíritu crítico y el embarazo que suscita la irrupción de lo nuevo. Salirse de los caminos trillados y avanzar sin anteojeras en el conocimiento paulatino de nuestra literatura chocan con los intereses creados y las jerarquías establecidas del saber. La "novedad de discurrir" es desaconsejable a quienes aspiran a hacer carrera: mejor y más provechoso serán siempre la adhesión al canon y la rutina del magister dixit. […]

El anonimato del Lazarillo correrá la misma suerte conforme aumente el nivel de nuestros conocimientos. No se puede negar la fuerza de la demostración ni tapar con la mano la luz del lucernario. En el epígrafe de la obra que comentamos, Alfonso de Valdés se define a sí mismo como hombre "libre y claro". El libro de Rosa Navarro Durán se resume también en estos dos adjetivos y por ello, precisamente, resulta ejemplar en nuestros reinos de taifa universitarios y la atmósfera de ramplón y oficial conformismo.